Con el despertar del profesionalismo y cuando River Plate había cambiado la barriada de La Boca por su estadio de Palermo, el equipo de la banda roja se encargó de sorprender al mercado, en los primeros años de la era rentada, con adquisiciones espectaculares: primero la llegada de Peucelle, por 10 mil pesos, en 1931 y en la temporada siguiente, comprándole a Tigre a Bernabé Ferreyra, por 35 mil.
Consolidó aquella imagen en la primera década del profesionalismo, levantando un estadio único en su tipo por entonces en nuestro país.
